sábado, 11 de junio de 2016

Del cierre de una librería a como desligamos responsabilidades.

Hace unos días, en los medios de comunicación argentinos se
hablaba de una noticia: El cierre de una antigua librería en la calle Corrientes.

Obviamente, las opiniones de las personas no se hicieron esperar, Macristas y Kirchneristas enfrentados nuevamente, echándose culpas unos a otros, pero eso es pan de todos los días. Lo que me llamó la atención de los comentarios hechos sobre el tema, son varios, que van desde “es  como consecuencia del avanza de la tecnología”, “ya nadie lee”, “los chicos prefieren la tecnología” y otros tantos de este tipo.




¿Es cierto que la tecnología venció al papel? No hay que negar que la tecnología tiene sus ventajas, en un ereader, en una tablet o celular podemos llevar miles de libros sin que nuestra espalda se recienta como ocurría antiguamente, cuando se cargaban los libros en los bolsos o mochilas. Pero que la tecnología por si sola ocasionó o está ocasionando la desaparición de los libros de papel, no lo creo. 

¿Por qué la gente ya no compra en físico? En la mayoría de los casos por el costo económico que conlleva comprar un libro. En muchos lados por la economía que tiene el país, comprar un libro es casi un lujo, a la hora de gastar dinero hay otras prioridades como los impuestos, el alquiler, la comida, la vestimenta, y sobre todo como pasa por aquí cada día cuesta más llegar a fin de mes. Aún así, los que amamos los libros desde que tenemos memoria, siempre hacemos un pequeño esfuerzo para aunque sea comprarnos un libro una vez al mes. Y no siempre es necesario comprarlos, también esta la opción de las bibliotecas públicas donde hay una enorme variedad de libros.

Dicen que “los chicos ya no leen“que el gobierno es el responsable que los chicos no lean”, una bonita manera de lavarse las manos. El amor por la lectura, al igual que la educación, comienza por casa, si los propios padres no son capaces de fomentar la lectura en sus hijos, no pretendan que luego el estado o el colegio lo haga por ustedes. Así como enseñar el respeto, la solidaridad y otros valores es responsabilidad de los padres, inculcar el amor y el hábito de la lectura también recae primeramente en ellos.

La gente lee cada vez menos” ¿en serio? ¿Por qué será? Muchos se han vistos sumergidos y devorados por la tecnología, los ves caminando por la calle cual zombis salidos de una película, con la mirada perdida en la pantalla del celular o la tablet, ajeno a lo que les rodea. Es más fácil perderse en el mundo de las redes sociales, los juegos en líneas que usar las neuronas para disfrutar e imaginar las historias que se leen en los libros. La gente está cada día más acostumbrada a un entretenimiento pobre, del momento y que distraiga sin exigirnos un poco de concentración y pensamiento, no por nada abundan cada vez más esos programas tontos, de histeriqueo y frivolidad que me recuerdan tanto a los coliseos romanos, o a la escena de Matilda, donde sus padres se sientan frente al televisor a disfrutar de un programa de esas características.

Una vez un amigo me dijo “a mí no me gusta leer porque no tengo imaginación prefiero las películas” es lo triste de crecer en una sociedad donde condenan la imaginación, se busca siempre una mente practica y más centrada.

Pero volviendo al tema principal, la tecnología por sí sola no hace desaparecer al libro físico, la menor cantidad de lectores no es debido a la tecnología, es la falta de tradiciones familiares, la falta de inculcarle el amor por la lectura a nuestros hijos. Muy rara vez, cuando he ido a la librería a donde voy siempre, he visto padres con los hijos mirando libros, los pocos que he visto preguntan por algún comic y los padres dicen “¿seguro que lo vas a leer? Mira qué sino no te compro más” Obligarlos a terminar un libro, tampoco es forma de fomentar ese amor por la lectura. Como tampoco lo es, comprarle el celular de moda, la playstation o lo que sea y no regalarle ni una vez un libro.

Los libros físicos y las librerías cierran por varios motivos, pero por sobre todo porque se pierde la tradición de compartir en familia un buen momento de lectura, de fomentar el explorar nuevos mundos y lo sustituimos por lo fácil y cómodo, la tecnología en todas sus variantes.


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